Los menores en situación de desamparo son un colectivo muy vulnerable en Marruecos por la falta de políticas públicas e infraestructuras para su protección. Alianza por la Solidaridad, y la Asociación de Ayuda a Menores en Situación Difícil (ANIR), llevan ocho años atendiendo a estos menores. La Fundación Esperanza Pertusa ha querido sumarse a este esfuerzo para mejorar sus condiciones de vida y ampliar sus oportunidades. 

Carlota, voluntaria de la Fundación Esperanza Pertusa, ha viajado al suroeste de Marruecos, hasta la localidad de Agadir, para ser partícipe de la labor que desempeña la Asociación ANIR con los jóvenes de esta localidad. Este voluntariado es parte del compromiso que la Fundación Esperanza Pertusa mantiene con el proyecto de menores en Marruecos en colaboración con  la asociación Alianza por la Solidaridad, con la que trabaja ANIR. Allí ha visitado el “Centro de salvaguarda de la Chica”, una institución que tiene como misión ayudar y dar acogida a niñas y chicas jóvenes que han sido abandonadas, repudiadas por su familia o bien que hayan cometido algún delito. Este centro no sólo hace las veces de refugio para estas chicas, sino que también les proporciona formación y talleres como de clases de cocina, corte y costura, y cursos de formación para personal de hostelería. De esta manera, las jóvenes amplían sus posibilidades para su inserción en el ámbito laboral y social, un aspecto que Carlota ha destacado tras su estancia en el centro como «primordial» para asegurar su futuro una vez abandonan el centro.

Además de este centro, ANIR lleva a cabo otros programas que cuentan con el apoyo de Alianza por la Solidaridad. Uno de ellos es la financiación del equipo de educadores en un centro que da acogida a menores varones que viven en la calle. Los miembros de este centro ayudan a estos chicos e intentan mediar con sus padres para que vuelvan a integrarse en el núcleo familiar. Durante su estancia, estos niños logran evadirse de los maltratos, violaciones o humillaciones que muchos han sufrido mientras vivían en las calles. “Si no existiese este centro, los niños estarían mendigando en la calle”, explica uno de los educadores del centro.

Otro proyecto visitado fue la Unidad Móvil de Protección del Niño, un servicio ambulatorio de emergencia social que recorre las calles al encuentro de estos niños. El objetivo de esta iniciativa es que los educadores puedan crear un vínculo con estos jóvenes para poder evaluar su situación. Durante sus rutas por las oscuras calles de Agadir, el equipo entrega alimentos y mantas a los jóvenes que encuentran.  Javier Ruíz, experto en protección de menores y responsable de Alianza por la Solidaridad en este proyecto, afirma que no hay posibilidad de sacar a ningún niño de la calle a la fuerza. “Hay que convencerlos”, explica.

Para mejorar la calidad de las acciones de esta unidad móvil y gracias a la financiación de AECID, a través de Alianza por la Solidaridad, los educadores de este servicio se han beneficiado de varias sesiones de entrenamiento para ayudarles a gestionar las emociones y el estrés causado por la acción sobre el terreno.

Las organizaciones de la sociedad civil que trabajamos en la región defendemos la creación de un sistema de protección pública para que el Estado marroquí promueva políticas de protección a menores que se encuentran en situaciones complicadas, un trabajo que por ahora seguimos haciendo en gran parte las ONG internacionales y marroquíes, como ANIR.