Solidaridad. Más que una palabra, un elemento necesario para conseguir un mundo mejor. Y en la provincia de Alicante hay personas que prefieren dar parte de su vida, o gran parte, para ayudar desinteresadamente a los más necesitados.

Este es el caso de Amaya Gómez, presidenta de la Asociación de Acogida al Niño y Mujer Amaya Gómez. ANMAG  trabaja por y para niños, mujeres y familias en condición de vulnerabilidad, principalmente inmigrantes. En la asociación dan clases de español por las mañanas para las madres, por las tardes a los niños entre 5 y 15 años y talleres de empleo a madres para ayudarles a encontrar un puesto de trabajo, mejorar el currículum o las dotes de comunicación, así como asesoramiento legal en materia de custodia o separación matrimonial.

En la actualidad ANMAG atiende a más de 600 personas, y cuenta con un equipo de cuatro empleados y más de una treintena de voluntarios.

Y si antes hablábamos de solidaridad, también lo haremos de educación. En palabras de Amaya, la educación es un elemento clave para estas personas. “Es fundamental para dignificar y cambiar el estatus de la persona”, apunta. La presidenta de ANMAG bien lo sabe, pues antes de fundar la asociación ejercía como profesora de Lengua en un instituto de Alicante.

La historia de Amaya muestra la cara más solidaria del ser humano. De “familia acomodada”, en sus palabras, se dio cuenta de la realidad de su entorno. “Aunque nací en Bilbao yo salí de las Mil Viviendas de Alicante, una de las zonas más pobres. Allí daba de comer, clase y ropa a la gente que más lo necesitaba. Pasé más de siete años ayudando a los sin techo, trabajando como voluntaria en la Parroquia del Carmen”, manifiesta Amaya.

Un trabajo “satisfactorio pero agotador”, asegura. Admite que para poder ayudar de verdad a las personas hay que partir desde abajo: “He procurado siempre estar con los sectores más marginales porque es lo que te preparara y curte para fundar una asociación”, comenta. Y así fue como surgió ANMAG. “Cuando vi la realidad, pedí una excedencia en el instituto donde trabajaba y me dediqué plenamente a esto. Para este trabajo tienes que tener vocación porque no hay horarios”, explica.

Amaya Gómez nos cuenta el trabajo de su asociación, en la que atienden “las necesidades de educación, sociales y legales para ayudar a dar los pasos adecuados” a estas personas. “La mayor parte no tienen papeles, vivienda o no pueden hacer frente a los gastos, por lo que se les ayuda con alimentos, medicinas y productos de primera necesidad”, argumenta.

Alicante, y en general España, es solidaria; sin embargo, en opinión de Amaya Gómez podría serlo más: “Creo que la gente no ayuda más porque no conoce la realidad al 100%. Este trabajo te llena cuando ves que hay personas que salen de donde estaban, y que has aportado tu grano de arena. El trabajo que realizamos no sería posible sin el aporte solidario de otras organizaciones como la Fundación Esperanza Pertusa”.

La Fundación Esperanza Pertusa está comprometida con la educación y la mejora de las condiciones de vida de colectivos en riesgo de exclusión social, especialmente niños y mujeres. Por ello, el apoyo a proyectos como el de ANMAG resulta esencial para alcanzar una sociedad más equitativa y la igualdad de oportunidades.