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Ng’akipi (Agua)

Gisela Pretel

Turkana es el condado en el remoto extremo del noroeste de Kenia, fronterizo con Sudán del Sur, Etiopía y Uganda. Es una tierra inhóspita, hostil y árida donde habitan casi 1 millón de personas que luchan desde siempre contra las inclemencias del cambio climático, las extremas y prolongadas sequías, y todas y cada una de sus secuelas. Es también el segundo condado en extensión de Kenia, descuidado durante mucho tiempo por los sucesivos gobiernos con sede en la capital, Nairobi. Es el más pobre de los 47 del país, y el 88% de sus habitantes vive por debajo del nivel de pobreza, (según la Oficina Nacional de Estadística de Kenia).

El proyecto Ng’akipi, que significa Agua en Turkana, pone el foco en las consecuencias que provoca la vulneración del derecho al agua en este rincón del mundo, y que afecta de manera directa a los más vulnerables: mujeres, niñas y niños.

El conflicto entre tribus se dispara en épocas de sequía, especialmente en zonas fronterizas. Muchos de sus niños no saben escribir su nombre, pero sí utilizar armas como la AK-47. La falta de agua prolongada genera escasez de pastos y provoca muertes del ganado, su bien más preciado. Es ahí cuando comienzan los robos de animales y los conflictos entre las tribus, (especialmente con los Dassanech y los Pokot).

La no escolarización de las niñas, no sólo por los altos índices de pobreza y su condición de nómadas, sino también porque ellas, junto a sus madres y hermanas, son las encargadas de conseguir el agua para su familia, cada día, y a varios kilómetros de sus hogares.

El agua recogida desde acuíferos no controlados, y que sin embargo para muchos turkanas es el único acceso al agua que tienen: la de la filtración en el subsuelo de los lechos de los ríos, la de los embalses/reservas de agua idealmente pensadas para dar de beber al ganado; todos ellos, expuestos a contaminación fecal, que es la más peligrosa (heces de animales especialmente).